domingo, 21 de marzo de 2010

FRANCHISING


1 comentario:

  1. El “franchising” es un contrato de distribución y venta entre una compañía ya
    aposentada en el mercado laboral con cierto éxito comercial y una persona o
    compañía independiente, para comercializar sus productos en un nuevo mercado. El
    primer actor sería el franquiciante y el segundo correspondería al franquiciador.
    Mientras el franquiciante pone la imagen del negocio y todo el savoir faire derivado
    de la experiencia productiva con su marca, el franquiciador compra el derecho de
    explotación de la marca, aceptando sus símbolos distintivos y el modelo de gestión.
    Además, deberá correr con los gastos de alquiler del local aparte de pagar unos
    royalties mensuales al franquiciante en concepto de porcentaje de ventas. Esta
    modalidad de negocio está creciendo considerablemente en los últimos años. No es
    ninguna casualidad, ya que permite minimizar el riesgo de fracaso a la hora de
    emprender un negocio por cuenta propia.
    Desarrollo
    Según estudios americanos, país en el que este modelo de posicionamiento
    empresarial tiene más adeptos y tradición, el 92% de los negocios franquiciados
    que vieron la luz 10 años atrás han sobrevivido; mientras que en el mismo
    intervalo de tiempo, tan sólo un 23% de los negocios no franquiciados se han
    mantenido a flote en sus sectores productivos. Parece que es la prueba irrefutable
    de la seguridad que ofrece una franquicia.
    De todas formas, éstas estadísticas no son para nada caprichosas. Decantarse por
    una franquicia podría compararse a una especie de relación simbiótica en la que
    sendas partes se benefician. Por un lado, el franquiciante lleva a cabo una
    operación de diversificación que le permite colonizar nuevos nichos de mercado y
    tener representación en otros espacios geográficos; mientras que el franquiciado
    tiene la posibilidad de integrarse, de mostrarse al consumidor, bajo el manto de
    una imagen apreciada y reconocible por la gente.
    Ahora bien, las ventajas no acaban aquí. Para que el franquiciado pueda
    representar bien los colores de la empresa, va a tener que empaparse del llamado
    “know how” del franquiciador. Una especie de filosofía de la empresa que reúne
    todos los elementos prácticos que han servido para materializar los objetivos
    específicos deseados del negocio original. Por norma, estas fórmulas derivadas de
    la experiencia anterior y por tanto de conocimiento, acostumbran a ser
    confidenciales. Una vez asimilado todo este background técnico, el franquiciador
    podrá ponerlo en práctica en beneficio propio, pero siempre en el área geográfica
    establecida en el contrato. Además, el franquiciado, en la mayoría de casos, podrá
    optar a ciertas ayudas para buscar el mejor emplazamiento del local, estudiar los
    intríngulis del mercado en el que va a implantarse, impartir formación al personal o
    asesoramiento para desarrollar actos promocionales y de publicidad.
    Por su parte, el franquiciante ve como su negocio se expande y sin la necesidad de
    invertir económicamente, todo lo contrario, cobrando por ello. Esta expansión hacia
    nuevos territorios contribuirá a forjar una imagen sólida de marca facilitando las
    labores de marketing y difusión publicitaria. Otra ventaja muy importante que
    beneficia al franquiciante es que la implicación por parte del franquiciado está
    asegurada, ya que éste invierte su propio dinero en el negocio y por tanto va a
    tener la motivación extra para que la franquicia salga adelante. Así, la necesidad
    por identificarse con el proyecto y sentirlo como propio por parte del franquiciado,
    posibilita un mayor porcentaje de éxito; aparte de no tener porque establecer un
    control férreo y directo sobre la gestión de la franquicia.

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