El “franchising” es un contrato de distribución y venta entre una compañía ya aposentada en el mercado laboral con cierto éxito comercial y una persona o compañía independiente, para comercializar sus productos en un nuevo mercado. El primer actor sería el franquiciante y el segundo correspondería al franquiciador. Mientras el franquiciante pone la imagen del negocio y todo el savoir faire derivado de la experiencia productiva con su marca, el franquiciador compra el derecho de explotación de la marca, aceptando sus símbolos distintivos y el modelo de gestión. Además, deberá correr con los gastos de alquiler del local aparte de pagar unos royalties mensuales al franquiciante en concepto de porcentaje de ventas. Esta modalidad de negocio está creciendo considerablemente en los últimos años. No es ninguna casualidad, ya que permite minimizar el riesgo de fracaso a la hora de emprender un negocio por cuenta propia. Desarrollo Según estudios americanos, país en el que este modelo de posicionamiento empresarial tiene más adeptos y tradición, el 92% de los negocios franquiciados que vieron la luz 10 años atrás han sobrevivido; mientras que en el mismo intervalo de tiempo, tan sólo un 23% de los negocios no franquiciados se han mantenido a flote en sus sectores productivos. Parece que es la prueba irrefutable de la seguridad que ofrece una franquicia. De todas formas, éstas estadísticas no son para nada caprichosas. Decantarse por una franquicia podría compararse a una especie de relación simbiótica en la que sendas partes se benefician. Por un lado, el franquiciante lleva a cabo una operación de diversificación que le permite colonizar nuevos nichos de mercado y tener representación en otros espacios geográficos; mientras que el franquiciado tiene la posibilidad de integrarse, de mostrarse al consumidor, bajo el manto de una imagen apreciada y reconocible por la gente. Ahora bien, las ventajas no acaban aquí. Para que el franquiciado pueda representar bien los colores de la empresa, va a tener que empaparse del llamado “know how” del franquiciador. Una especie de filosofía de la empresa que reúne todos los elementos prácticos que han servido para materializar los objetivos específicos deseados del negocio original. Por norma, estas fórmulas derivadas de la experiencia anterior y por tanto de conocimiento, acostumbran a ser confidenciales. Una vez asimilado todo este background técnico, el franquiciador podrá ponerlo en práctica en beneficio propio, pero siempre en el área geográfica establecida en el contrato. Además, el franquiciado, en la mayoría de casos, podrá optar a ciertas ayudas para buscar el mejor emplazamiento del local, estudiar los intríngulis del mercado en el que va a implantarse, impartir formación al personal o asesoramiento para desarrollar actos promocionales y de publicidad. Por su parte, el franquiciante ve como su negocio se expande y sin la necesidad de invertir económicamente, todo lo contrario, cobrando por ello. Esta expansión hacia nuevos territorios contribuirá a forjar una imagen sólida de marca facilitando las labores de marketing y difusión publicitaria. Otra ventaja muy importante que beneficia al franquiciante es que la implicación por parte del franquiciado está asegurada, ya que éste invierte su propio dinero en el negocio y por tanto va a tener la motivación extra para que la franquicia salga adelante. Así, la necesidad por identificarse con el proyecto y sentirlo como propio por parte del franquiciado, posibilita un mayor porcentaje de éxito; aparte de no tener porque establecer un control férreo y directo sobre la gestión de la franquicia.
Economista de Profesion experto en Finanzas y Administracion Financiera, Con experiencia en la elaboracion de Proyectos de Inversion Pública del SNIP.Con conocimientos en la elaboracion de los instrumentos de gestión publica, como son: ROF.,MOF.,CAP.,PAP.,RIT.,POI.,MAPRO.,entre otros.Especialista en SIAF.; SIGA,SIPER.Especialista en Apalancamiento Financiero, ratios y otros.
Docente virtualista y experto en Educación a Distancia, con todos los conocimientos digitalizados, como programas y paquetes de Software en Educacion a Distancia,en mi haber obstento haber elaborado material educativo a distancia Libros de Formación Profesional.
El “franchising” es un contrato de distribución y venta entre una compañía ya
ResponderEliminaraposentada en el mercado laboral con cierto éxito comercial y una persona o
compañía independiente, para comercializar sus productos en un nuevo mercado. El
primer actor sería el franquiciante y el segundo correspondería al franquiciador.
Mientras el franquiciante pone la imagen del negocio y todo el savoir faire derivado
de la experiencia productiva con su marca, el franquiciador compra el derecho de
explotación de la marca, aceptando sus símbolos distintivos y el modelo de gestión.
Además, deberá correr con los gastos de alquiler del local aparte de pagar unos
royalties mensuales al franquiciante en concepto de porcentaje de ventas. Esta
modalidad de negocio está creciendo considerablemente en los últimos años. No es
ninguna casualidad, ya que permite minimizar el riesgo de fracaso a la hora de
emprender un negocio por cuenta propia.
Desarrollo
Según estudios americanos, país en el que este modelo de posicionamiento
empresarial tiene más adeptos y tradición, el 92% de los negocios franquiciados
que vieron la luz 10 años atrás han sobrevivido; mientras que en el mismo
intervalo de tiempo, tan sólo un 23% de los negocios no franquiciados se han
mantenido a flote en sus sectores productivos. Parece que es la prueba irrefutable
de la seguridad que ofrece una franquicia.
De todas formas, éstas estadísticas no son para nada caprichosas. Decantarse por
una franquicia podría compararse a una especie de relación simbiótica en la que
sendas partes se benefician. Por un lado, el franquiciante lleva a cabo una
operación de diversificación que le permite colonizar nuevos nichos de mercado y
tener representación en otros espacios geográficos; mientras que el franquiciado
tiene la posibilidad de integrarse, de mostrarse al consumidor, bajo el manto de
una imagen apreciada y reconocible por la gente.
Ahora bien, las ventajas no acaban aquí. Para que el franquiciado pueda
representar bien los colores de la empresa, va a tener que empaparse del llamado
“know how” del franquiciador. Una especie de filosofía de la empresa que reúne
todos los elementos prácticos que han servido para materializar los objetivos
específicos deseados del negocio original. Por norma, estas fórmulas derivadas de
la experiencia anterior y por tanto de conocimiento, acostumbran a ser
confidenciales. Una vez asimilado todo este background técnico, el franquiciador
podrá ponerlo en práctica en beneficio propio, pero siempre en el área geográfica
establecida en el contrato. Además, el franquiciado, en la mayoría de casos, podrá
optar a ciertas ayudas para buscar el mejor emplazamiento del local, estudiar los
intríngulis del mercado en el que va a implantarse, impartir formación al personal o
asesoramiento para desarrollar actos promocionales y de publicidad.
Por su parte, el franquiciante ve como su negocio se expande y sin la necesidad de
invertir económicamente, todo lo contrario, cobrando por ello. Esta expansión hacia
nuevos territorios contribuirá a forjar una imagen sólida de marca facilitando las
labores de marketing y difusión publicitaria. Otra ventaja muy importante que
beneficia al franquiciante es que la implicación por parte del franquiciado está
asegurada, ya que éste invierte su propio dinero en el negocio y por tanto va a
tener la motivación extra para que la franquicia salga adelante. Así, la necesidad
por identificarse con el proyecto y sentirlo como propio por parte del franquiciado,
posibilita un mayor porcentaje de éxito; aparte de no tener porque establecer un
control férreo y directo sobre la gestión de la franquicia.